sábado, 27 de noviembre de 2010

Pierre, el de Voyeur

A ciencia cierta, y para ser francos, tengo pocos recuerdos de mi madre.

La última imagen que tengo en mi cabeza, es de ella bajándose corriendo del bus, y cerrando la puerta, impidiéndome el paso.

Ah, y también tengo otro, y es que nos encontrábamos en un baño, o algo así, el caso es que ella se metía en un cubículo, y me halaba con ella, recuerdo que se colocaba una aguja en los brazos, según ella, era para combatir el frío del invierno y para curarse una enfermedad de la cuál nunca me habló.

El caso es que se ponía muy rara luego de hacer eso, pero yo la dejaba por que tenía deseos de que se curara, a veces notaba cierta desesperación al hacerlo, pero supuse que le dolía algo, y por eso lo hacía.

Al grano, es así como comienza mi historia.

Al principio dije que el último recuerdo que tengo de mi madre, es de ella bajándose del bus, no? En efecto, así fue.

Para ese entonces yo tenía como 5 años, o tal vez ocho, quizás.

No recuerdo lo que pensé cuando la vi correr lejos, ni tampoco lo que sentí cuando me percaté que el bus arracancaba apartándome de ella.

Nadie notó nada, ni siquiera yo mismo.

Sólo sé que estaba sentado en el puesto del copiloto, justo al lado del señor que manejaba.

No se mucho de él, pero parecía llamarse algo así como Juan, o Ramón.

Recuerdo que era un gordito de bigotes moteados de negro y blanco, de cigarrillo en mano, testarudo pero amigable.

Pasé todo el día sentado con el en el bus, de vez en cuando se dignaba a regalarme un sándwich, creo que pensaba que siempre tenía hambre.

Vi pasar el día a través de la ventanilla de la puerta, pasaron muchas mujeres, hombres, personas, cosas, pero nada se parecía a mi mamá. Creo que no importaba, tenía la certeza de que regresaría a buscarme.

En fin, al caer la noche, y bajarse la última persona de ese transitado autobús, nos desviamos de la ruta para meternos en un callejón oscuro, donde habían mujeres paradas frente a los locales y en las esquinas, con una vestimenta un tanto llamativa, algunas con botas altas de patente, que le llegaban a penas unos centímetros debajo de las rodillas, faldas muy cortas, y escotes llenos de brillantes que resaltaban el busto tan extravagante.

Entramos en uno, parecía que no era la primera vez que el señor de bigote se paseaba por ahí, saludaba a todos con picardía, y escandalosamente.

Nos sentamos en una mesa, y se acercó una señora que no era tan vieja, cruzó algunas palabras con el señor del bus, y me llevó con ella a un vestidor, o algo así.

Me senté en el banquito del medio y frente a mí desfilaban grandes y medianas nalgas, piernas, caras, pieles desnudas o emperifolladas, de todo.




Pasó el tiempo, y noté que ese era mi nuevo hogar, pues vi que me habían acomodado una habitación (si es que así se le puede llamar).


Para cuando cumplí los 16, al fin pude optar por tomar a alguna de las putas con las cuáles vivía, y perder mi virginidad, ya era hora.

Maduré en ese lugar, me acostumbré a esa vida, era cómplice de muchos empresarios y políticos que aclamaban tener una familia perfecta y ejemplar, pero como verán, al caer la tarde, siempre se paseaban por Voyeur a comprar noches.

A los 20, Marta, la señora no tan vieja con quién me dejó el señor del bus, me dejó como encargado de sus chicas ya que estaba por morir.

Me convertí en el encargado de Voyeur, pues, según Marta, yo sería al único que manejaría el negocio como si fuese ella misma.

Nunca me enamoré realmente de ninguna meretriz, podía tener a la que quisiese, y muchas veces sentí que las amaba, pero luego me daba cuenta que se debía a que me había enseñado cosas nuevas en la cama, y más nada. Siempre se iban y me dejaban sin dinero y sin leche.


Pero hubo un día, un muy extraño día en que entró una chica mulata, de ojos llamativos y tacones altos…

Preguntó por el encargado y enseguida me acerqué sonriente, tratando de parecer encantador. Ella era un poco fría, quizá en realidad sólo era tímida, no se.

Conversamos un rato, y me dijo q estaba buscando trabajo. Yo por supuesto, a mi pesar la ayudé, puesto que en realidad lo que quería era casarme con ella, pero no tuve pantalones para decírselo.

Ella permaneció mucho tiempo allí, siempre hablábamos, nos hicimos muy amigos, bueno, aunque yo siempre tuve intenciones de llevarla a mi habitación, pero la muy difícil muchacha nunca se dejó.



…Una noche nos embriagamos en el burdel, yo por primera vez me percataba que no solo quería estar con ella, si no, que también la amaba.

Lo bueno de todo esto, es que ella borracha, me dijo que también me amaba, y me explicó que nunca quiso estar conmigo, por que tenía miedo de quedarse enamorada.



No, aunque no lo crean, no lo hice, no me aproveché de su ebriedad, sólo dormimos juntos, lo único que quería era despertar con ella en la mañana…






Ahí está el problema.




Me despierto, abro los ojos sonriente, pues sabía que ella estaría allí a mi lado.




Y bien, no estaba, -Era de esperarse, ¿no?-





Pues como en toda película de los 80, encontré a mi lado una nota que decía:





Querido Pierre, al despertarme "recordé" que era tu hermana, Marta una vez me habló sobre tu procedencia y ahora parece, que es igual a la mía. Seguro procedemos de la misma drogadicta, que abandona pequeños en los buses.






PD: Me llevé a las chicas y el dinero que guardabas bajo el colchón.







-Sí, señores, acabé igual o peor que muchos, mi supuesta hermana se llevó a mis rameras, mi dinero, y mi última esperanza de enamorarme-

sábado, 25 de septiembre de 2010

Para aquellos que sufren de autofobia (miedo a la soledad)

Llegas al mundo supuestamente acompañado, al menos eso se supone.



En condiciones normales las personas enseguida que empezamos a ser personas estamos solos, solos en el vientre materno, simplemente así, solos.



En otros casos hay personas que se encuentran "acompañados" en el vientre materno, mas sin embargo, esa es otra forma de soledad.




Estamos acostumbrados a idear la soledad como un estado de irritación y quién sabe cuantas cosas más.



Al principio, y la mayor parte del tiempo solemos escuchar que la soledad es un estado deprimente.



Nos hemos hecho a la idea de que estar solo es mortal, de hecho, cuando se nos asoma la idea de permanecer solos algún tiempo empezamos a padecer de algún mal.




Disfrutar la soledad.




El primer síntoma de que usted está en problemas es que las tres palabras anteriores le parecieron absurdas.




Hace tiempo que no pensamos en los beneficios de estar solos.




La soledad suele parecer un acompañante muy callado, o al menos esa es la primera impresión que tenemos de ella, pero esto no es más que otra prueba de resistencia, la soledad realmente es el compañero más rico en enseñanzas que podamos imaginar.




La soledad es lo suficientemente educada como para dejarnos pensar.




Podemos aprovechar de su compañía para respirar, ser nosotros mismos, lo que a veces nos hace un poco de falta para entendernos, aceptarnos y perdonarnos.



Son procesos de la vida beneficiosos para nuestro camino hacia la felicidad.




La soledad nos da espacio para sentir. A veces no conocemos nuestros límites emocionales, a veces olvidamos lo reconfortante que puede ser dejar salir algunas lágrimas con aquél recuerdo que tenemos bien guardado dentro de la vergüenza.





La soledad no es castigadora.





A veces nos la mandan para aprender a soltar esa dependencia que tanto daño nos hace.





Los seres humanos estamos hechos para relacionarnos unos con otros, pero la dependencia emocional es diferente. Una verdad errada.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Retos

Aquellos que construyen mis logros, aquellos que protagonizan mis fracasos, ellos, los dueños de mis razones, el mar de mis encantos y el fuego de mis chascos, la razón para seguir, el lagrimal de mis tragedias y los sueños de quién mi almohada es testigo.




Aquellos por los que mucho lucho y por los que tanto me derrotan.



Los testigos de mis caprichos, y mis trofeos empolvados.



Los sueños, la película de mi presente y el cassette roto de mi pasado.



Por ellos conseguí tantas cosas y perdí tantas otras, me cansé en muchos caminos y continué en otros.



Ellos quiénes me enamoran y me aburren, son mi peor virtud y mi mejor defecto.



Son ellos quiénes me aferran y quiénes me desprenden, los que me golpean y me dejan lecciones, los culpables de mis remordimientos escondidos y de mis victorias predicadas.



Son quiénes se desahogan hoy y se encierran mañana.



Son esto, soy yo, soy ellos.

martes, 10 de agosto de 2010

Vida a la ligera, la quinta pata del gato.

En ocasiones andamos por la vida sin saber lo que es, estamos en un camino empinado sin rumbo, no sabemos a donde queremos llegar.
Nos acostumbran a pesar que la vida es injusta, que lo malo no puede ser bueno y que lo bueno es lo que en realidad no es.
La vida es mucho mas sencilla de lo que en realidad creemos, la misión de todos aquí es ser felices, pero cada quién tiene una manera de serlo, la clave está conocer lo que nos gusta, visualizarnos en un futuro y elegir una profesión o un oficio que hagamos felices el resto de nuestras vidas, y es que el éxito está en hacer lo que queremos con amor, cuando disfrutamos lo que hacemos el universo se encarga de cubrir nuestras necesidades.

Dinero, todos sabemos cuán necesario es en este mundo donde la mayoría de las comodidades tienen un precio monetario. Algunos han dejado de hacer lo que realmente les gusta por creerlo poco productivo, pero con el tiempo la vida nos enseña que no fué lo correcto, por el simple hecho de nunca aprender a querer lo que hacemos.

Sin embargo, otros consiguen la satisfacción de su trabajo con el tiempo, aunque al principio no era lo que querían o esperaban, aprenden a apreciar y amar lo que hacen.

También con entusiamo, buena vibra, valor y perseverando podemos conseguir cosas mejores hasta llegar a lo que queremos.

El secreto del éxito está en la paz espiritual, quién está en paz consigo mismo estará en paz con lo que hace, con todo a su alrededor, con su oficio, con su trabajo, con las personas de su alrededor.

Recordemos que no sólo se trata de nosotros mismos, que la vida no gira en torno a nosotros, que dependemos de las personas de nuestro alrededor aunque el orgullo a veces no nos deje aceptarlo, recordemos que el carro de adelante en la cola no siempre tiene la culpa de que la luz del semáforo permanezca verde sólo 8 segundos, recordemos que el señor que vende frutas merece respeto, que tal vez su consciencia no le permita entender que al cliente se le debe tratar con un poco más de cariño, por eso, la mejor manera de enseñarle es tratarlo mejor de lo que nos ha tratado.

Aprendamos a perdonar, amemos a quién nos ha hecho daño, por cada mala experiencia que vivimos conseguimos una enseñanza, pero ojo, debemos aprender desde un buen punto de vista, para ser mas clara, el hecho de que nos hayamos tropezado con una mesa y nos hayamos lastimado no significa que siempre tropezaremos con las mesas y siempre nos lastimaremos, podríamos aprender por ejemplo que debemos tener mas cuidado, por que en la próxima ocasión podríamos romper los adornos que están sobre ella, o sólo que los anteojos necesitan un cambio.

¡Señores la vida es tan sencilla! Dejémonos de complicaciones que sólo nosotros somos los afectados con tanta amargura, al vecino no le afecta cada peste que le echamos cuando llegamos a casa y encontramos que las paredes retumban con su música. Recuerde que de cada cosa que le deseamos a los demás nosotros tendremos lo mismo tarde o temprano. Por eso, respire profundo y colóquese sus audifonos con la musica que le relaje e intente dormirse o descansar.

Deje el miedo a amar, ame a su presidente así no esté de acuerdo con el, recuerde que odiar enferma el alma y usted no debe querer tener un alma enferma.

Ame a su amigo, ame a sus padres, ame a quién lo ama, ame a quién lo odia, ame al conductor del bus que se le atravesó hace días. Recuerden que nuestros padres hicieron y hacen lo mejor que han podido, recuerde que el conductor del bus está acalorado, cansado, no pretenda que todo el mundo sepa las leyes de tránsito igual que usted, porque aunque sea triste, en nuestro país es así y no podemos pretender cambiarlo de un día para otro, así que aprendamos a convivir con lo que tenemos.

Aprenda a disfrutar cada cosa que nos da la vida, desde lo mas simple hasta lo mas complejo, si la mañana amanece fresca, el cielo despejado, si nos complace el paisaje que vemos, entoces difrutemos de el, aprécielo, y agradezca poder ver lo que está observando, siéntase afortunado.

Señores, aprendan a ser tolerantes, con tantas críticas, pestes y odios no consigue nada. Piense por un segundo qué pasaría si todo fuese como queremos, si todos pensaramos igual y todo fuese perfecto. Si todo fuese así, créame, el mundo no sería mundo, no sería lo que es. Así que cuando vea a un "tuki" hágase de la vista gorda, hágase el loco y deje de verlo para criticarlo, por que aunque para usted sea horrible, el se siente divino y seguramente ni le importa ni le afecta que usted se horrorice o le parezca patético.

Usted que se tomó unos cuantos minutos para leer esto, sonría por favor relájese, nadie dice que el día a día sea sencillo, pero sólo usted mismo le puede poner colores a su mundo. Respire, ríase de sus accidentes, hágase el loco, ¡sea feliz por ustéd mismo!